El dragón

El dragón permanecía oculto en las tinieblas más profundas de la cueva. El ritmo irregular de las gotas de agua cayendo desde las estalactitas hasta el lago armonizaba con el apagado sonido de su corazón. El mundo había ya dejado de importarle desde el día en que ella lo rechazó. El amor, como el agua, horada las más duras rocas, corazón sin tiempo ni esperanza, reloj de arena, mecido por el silencio de la espera.



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Las serpientes de luz


Las serpientes de luz anidan en nuestros corazones.
Se desplazan por venas y arterias devorando tantos sentimientos y emociones como encuentran a su paso.
Con el tiempo se transforman en ideas que desembocan en la formación de sonidos articulados.
Ellos son el origen del nacimiento de las palabras.

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El problema

El problema de que nos hayamos conocido, en este preciso instante, es que la inercia que cada uno arrastramos nos aleja de forma inevitable.
Pero la curva de la elíptica que trazamos cada uno en el espacio acabará por volver a juntarnos. Y en la espera, hasta que ese día llegue, seguiremos surcando los mares siderales.
Rumbo al afelio, desde el perihelio, invariablemente.
Ardo en deseos de volver a verte.
Siempre tuyo:
Sol.

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